El Hospital Reina Sofía introduce mejoras en la dieta alimentaria de los pacientes con disfagia.

Se estima que un 30% de las personas hospitalizadas presenta este síntoma que puede afectar la calidad de vida y el estado de salud.

El Hospital Universitario Reina Sofía ha implantado mejoras la dieta alimentaria de los pacientes hospitalizados que presentan disfagia. La disfagia es un síntoma, un trastorno caracterizado por la dificultad para tragar y que está presente en numerosas enfermedades como el ictus, la esclerosis lateral amiotrófica, la esclerosis múltiple, la miastenia gravis, en determinados tumores de cabeza y cuello o de aparato digestivo, entre otros.

Se trata, además, de una realidad muy frecuente, ya que un 30% de los pacientes que están hospitalizados tienen este síntoma y hasta el 50% de las personas que reciben el alta, lo presenta. Precisamente por ello, el Servicio de Alimentación y la Unidad de Endocrinología y Nutrición han trabajado en el diseño de un menú saludable adaptado (modificando la textura de los alimentos, la viscosidad de los líquidos y la variedad de los alimentos), que permite aumentar la eficacia de la deglución para prevenir la deshidratación y desnutrición del paciente, así como aumentar la seguridad de la ingesta para disminuir el riesgo de infecciones respiratorias y neumonías.

Según destaca el especialista en Endocrinología y Nutrición del hospital, Alfonso Calañas, “lo que se intenta es aumentar la percepción del bolo de comida en la boca de nuestros pacientes con disfagia y retrasar el paso de los líquidos desde la boca hacia la faringe y el esófago, enlenteciendo la velocidad. Para ello utilizamos espesantes que modifican la viscosidad de los líquidos haciéndolos más espesos y, propiciar, así, que ese paso de la boca a la faringe y esófago sea más lento, lo que favorece que el paciente cierre las vías respiratorias y se evite con ello la broncoaspiración”.

Consecuencias

Aprovechando la celebración del Día Mundial de este trastorno (12 de diciembre), el equipo multidisciplinar implicado en el manejo de este síntoma ha elaborado un vídeo con recomendaciones e información general dirigido a pacientes y familiares. En el mismo, recuerda la importancia de tomar conciencia sobre esta realidad que puede tener consecuencias muy graves para el paciente porque aumenta el riesgo de desnutrición, deshidratación, de infecciones de las vías respiratorias y de neumonías broncoaspirativas.

Además, estos pacientes tienen mayor tasa de reingreso un mes después de su alta, hasta 4 veces más; presentan mayor tasa de mortalidad durante la hospitalización (13 veces más) y, también, son pacientes con una mayor estancia media hospitalaria (hasta un 40% más de estancia hospitalaria).

El doctor Calañas recuerda que “la disfagia no sólo afecta a las personas que la padecen, también impacta en los familiares y cuidadores por la frecuencia de los atragantamientos, la necesidad de adaptación de la dieta o de la ingesta de líquidos. Además, la posibilidad de que el paciente tenga que renunciar a una alimentación oral y tenga que tratarse con alternativas de nutrición a través de sondas u ostomías, etc. puede derivar en que sufran un aislamiento social y dejen de disfrutar del placer de comer o vayan reduciendo progresivamente su participación en actividades cotidianas de la vida. Es, por tanto, una situación angustiosa, estresante, que genera una gran carga psicosicosocial, con alto impacto negativo para el paciente y para su entorno”.

Manejo y prevención

El manejo de la disfagia es multidisciplinar e implica a profesionales del Servicio de Alimentación, Endocrinología y Nutrición, Otorrinolaringología, Logopedia y Rehabilitación, entre otros. La actuación de cada uno de ellos es clave para la adaptación del paciente y para la recuperación y normalización de su rutina diaria. En este sentido, Inmaculada De Los ríos, dietista del Servicio de Alimentación, explica que “es muy importante que los pacientes coman lo mismo que el resto de la familia o que el resto de pacientes ingresados. La mejor forma es adaptando estos platos a las texturas deseadas”. En el caso del hospital, el Servicio de Alimentación, Calidad y Seguridad Alimentaria, en el que se incluye la cocina, realiza un proceso que consiste primero, en el diseño y preparación de un menú saludable; después se trituran y tamizan los diferentes platos y, si es necesario, se modifica la textura con espesantes comerciales o alimentarios (patata cocida, miga de pan, arroz cocido, etc.). “Tampoco podemos olvidar, en el diseño y elaboración de este menú, la calidad higiénico sanitaria, el valor nutricional de los platos y el aspecto, color y sabor agradable, así como las restricciones particulares de cada paciente (alergia, hipertensión, diabetes, etc.)”.

El bromatólogo del hospital, José Ferreira, recuerda también que “a través de la comida se puede transmitir multitud de enfermedades de origen alimentario, por lo que es importantísimo seguir las recomendaciones relacionadas con la higiene pues, aunque son fundamentales en cualquier alimento, son especialmente importantes en los triturados, ya que por sus características se contaminarán más fácilmente.

Por su parte, Carmen Jiménez, enfermera de la Unidad de Endocrinología y Nutrición explica que cuando un paciente recibe el alta se le ofrecen una serie de recomendaciones para facilitar su adaptación y garantizar su calidad de vida. En este sentido, recuerda que es importante comer en un ambiente tranquilo, compartir el mismo menú que el resto de la familia pero adaptado para evitar el aislamiento social; evitar las distracciones durante la comida, comer frecuentemente en pequeñas cantidades, aumentar la ingesta durante la mañana, asegurar la correcta hidratación del paciente con ayuda del espesante; estimular el olor del alimento para favorecer la segregación de saliva que favorece la ingesta; estimular el apetito preparando platos atractivos, incluir variedad de alimentos para hacer la dieta atractiva y, además, evitar alimentos con doble textura (sopa con pasta, yogur con trocitos, etc.).

Por último, Mónica Posadas, logopeda del Servicio de Rehabilitación explica que, tras valorar al paciente, se establece el plan de trabajo de rehabilitación. “Analizamos la sensibilidad del paciente; valoramos el estado de su mucosa; el nivel de conciencia que tiene; la capacidad respiratoria y el estado de la cavidad oral (que puede verse afectada, con la mucosa muy alterada)”. Tras esta valoración se establece el plan de tratamiento y se le explican una serie de ejercicios que favorezcan la higiene bucal y el fortalecimiento de los más de 30 músculos que intervienen en la deglución.

Fuente: Consejería de Salud y Familias

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