Estos resultados son fruto del trabajo que durante cuatro años ha realizado un equipo multidisciplinar para implantar el programa ERAS (Recuperación Acelerada Tras la Cirugía)
El Hospital Universitario Reina Sofía ha logrado reducir la estancia media en pacientes de Cirugía Colorrectal y de Cirugía Hepática, así como la tasa de complicaciones y la mortalidad gracias al intenso trabajo que durante cuatro años ha venido realizando un equipo multidisciplinar de una veintena de personas liderado por la Unidad de Cirugía General y Digestiva.
Concretamente, este grupo de profesionales ha finalizado la implantación del protocolo ERAS (Exhanced Recovery After Surgery) que se centra en la recuperación acelerada tras la cirugía, gracias al que se ha logrado reducir en un 42% la estancia media en personas sometidas a una intervención de cirugía colorrectal (pasando de 9 a 5 días de ingreso) y en un 29% en el caso de las cirugías hepáticas (pasando de 4,2 a 3 días). Además, la tasa de complicaciones también ha descendido casi a la mitad (de 27,5% a 14,8%) y, en el caso de la tasa de mortalidad, se ha pasado del 2% al 0%. Todo ello teniendo en cuenta que son resultados aplicables a un grupo de 110 personas, que son las que se han incluido por el momento en este programa.
ERAS surge a principios del siglo XXI tras la creación de un grupo de profesionales de cinco países del norte de Europa que plantea nuevas y diferentes estrategias para mejorar la evolución postoperatoria de las personas que van a someterse a una cirugía. Consiste en diseñar un plan asistencial que comienza antes de la operación y finaliza en el postoperatorio, desde un enfoque multidisciplinar, aplicable a cualquier procedimiento quirúrgico, que modifica algunas pautas clásicas, incorpora una serie de medidas avaladas por la evidencia científica actual y encaminadas a atenuar el estrés quirúrgico, disminuir las posibles complicaciones y mejorar la recuperación tras la intervención.
Para ello es necesario crear un amplio y diverso grupo que en el hospital lo conforman una veintena de especialistas de Cirugía, Endocrinología, Anestesia, Rehabilitación y Fisioterapia y profesionales de Enfermería (consultas, hospitalización, reanimación y quirófano). Según destaca el director de la Unidad de Cirugía General y Digestiva, Javier Briceño, “el éxito de este programa es el compromiso y colaboración de todos los especialistas que participan en el proceso, así como del propio paciente”.
En este sentido, el trabajo previo a la implantación del protocolo ERAS ha sido muy importante, señala el doctor Briceño, “ya que hemos tenido que crear equipos que cubran todo el proceso quirúrgico (20 por procedimiento) ; hemos mantenido reuniones semanales para revisar tareas y el progreso que íbamos consiguiendo; también se ha realizado un importante trabajo en la evaluación de las historias clínicas de los pacientes para seleccionarlos y, por supuesto, un análisis de la evidencia disponible para basarnos en ella a la hora de diseñar nuestros propios protocolos”.
Una de las iniciativas más importantes que este equipo ha puesto en marcha ha sido la creación de una consulta específica de educación y preparación del paciente, cuya responsable es la enfermera especialista Adela Castellano. En ella, la enfermera informa y establece un itinerario individualizado que la persona tiene que seguir antes de la operación con el objetivo de encontrarse en el mejor estado de salud posible.
Plan de actuación
ERAS establece actuación en tres momentos del proceso: preoperatorio, intraoperatorio y postoperatorio. Así, por ejemplo, antes de la intervención cada paciente y su familia reciben información específica; se planifica conjuntamente la gestión del dolor (con analgesia y con medidas no farmacológicas –masajes, respiraciones profundas, ambiente sin ruidos, técnicas de relajación, etc.-); se trabaja con cada persona para optimizar su estado físico de salud (fisioterapia activa para optimizar la capacidad respiratoria); se desarrolla un plan personalizado de alimentación para adecuar el gasto energético (evitar anemia, valoración del estado nutricional), preparación de la zona a intervenir (eliminación del vello) y, también, se evitan los ayunos prolongados.
Ya durante la segunda fase, dentro de la operación, también se sigue un estricto protocolo de actuación relacionado con la analgesia, drenajes, fluidos, etc. Y, por último, en el postoperatorio se establecen unas pautas concretas y personalizadas enfocadas no sólo a la asistencia (evitar uso de analgésicos, manejo durante la hospitalización, etc.), también a la movilización y alimentación de la persona ingresada. En esta última fase, la persona tiene que iniciar también un trabajo de autoevaluación que irá registrando en un cuadernillo específico para pacientes.
Cada una de estas fases son verificadas por el equipo de profesionales que intervienen en el proceso. Por último, antes del alta domiciliaria, profesionales y paciente evalúan si está preparado todo lo necesario, recordando los pasos a seguir en su hogar y a qué aspectos hay que prestarles atención (herida, dieta, dolor, etc.). Para garantizar la correcta evolución, la enfermera responsable realiza un seguimiento telefónico a las 48 horas tras el alta y, a las 2 o 3 semanas, se le cita en consulta.
En definitiva, según explica Adela Castellano “se trata de acompañar a los pacientes de forma personalizada y diseñando un tratamiento quirúrgico individualizado. Para ello, aplicamos medidas avaladas por la evidencia, que permitan reducir el dolor o riesgo de complicaciones, minimizar la estancia en el hospital y fomentar una mejor y más rápida recuperación tras la intervención, entre otras cuestiones”.
Fuente: Consejería de Salud y Familias
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